Detenidos

Detenidos

¿Alguna vez han sentido que el mundo… simplemente sigue? Como si todo a su alrededor corriera a una velocidad incontrolable, y ustedes… estuvieran atrapados. Parados. Detenidos. Como si todos supieran hacia dónde van, menos ustedes.

Es curioso. Porque todos te dicen que tienes tiempo. “No te preocupes, tienes tiempo”. Y sí, claro que lo tienes. ¿Pero para qué? ¿Para pensar más? ¿Para decidir menos? Hay días en los que siento que el tiempo me está mirando desde algún rincón del universo, burlándose. “Vas lento”, me dice. “Vas muy lento. ¡Apúrate! ¡Tienes que llegar a algún lugar!” Pero no me dice a dónde.

Dicen que la vida es un camino, ¿no? Un viaje, un constante ir de un punto a otro. Pero nunca nadie me dijo que podía perderme. O que a veces, no quieres llegar a ningún lado. No porque no sepas qué quieres… sino porque no sabes si deberías querer algo.

Hay una parte de mí que sueña con detener todo. Como si pudiera ponerle pausa a la vida. Un solo momento de silencio, de no esperar nada, de no tener que cumplir con nada ni con nadie. Ni siquiera conmigo. Sólo… estar.

A veces pienso en esas pequeñas cosas que me hacían feliz cuando era niño. Ya saben, como coleccionar piedras que para mí eran tesoros. O buscar figuras en las nubes. Esas cosas eran todo. No había futuro, no había tiempo, sólo ese instante. ¿Cuándo dejamos de ser así? ¿Cuándo dejamos de encontrar formas en las nubes para buscar formas en nuestros calendarios, en nuestras metas?

Quizá… todo esto sea una especie de juego. Un juego donde la única regla es que nunca vas a saber la respuesta correcta. Y en el fondo, eso está bien. No tienes que ganarlo. No tienes que correr. Quizá… el secreto sea entender que a veces, lo que más necesitamos… es simplemente perder el miedo a detenernos.