Bueno, te voy a ser sincero… ya te eliminé de Instagram otra vez. Sí, lo sé, sé lo que estás pensando: «¿Otra vez?» Y sí, tienes razón. Esta ya es como la tercera… no, espera, la cuarta cuenta que me creo. Pero es que hay cosas que la gente no entiende. Eliminar a alguien de Instagram no es lo mismo que eliminarlo de tu vida. Es simbólico, es como un «reset» emocional. Un «control Z» de la amistad digital, ¿sabes? Como un botón mágico.
A ver, te explico. Primero me harto, ¿ok? Veo una publicación tuya y algo en mi cerebro dice: «Ya no más. ¡Es suficiente!» Y ahí estoy, con el dedo en el botón de «Eliminar Amigo». Pero no es personal, en serio. Es como cuando cierras una aplicación porque ya no te sirve. Pero, ¿qué pasa? ¡Exacto! No puedes desinstalar a las personas de verdad.
Entonces… pasa el tiempo. Días, semanas… y, de repente, me siento solo. Quiero ver memes. Quiero stalkear. Quiero reírme de los stories. Y ahí estoy otra vez, creando una nueva cuenta. Esta vez, con una bio nueva, algo profundo como: «Renaciendo del algoritmo» o «Nueva cuenta, nueva vida». Todo el mundo sabe que no es verdad, pero suena cool, ¿no?
Y es que lo peor es que tú te das cuenta. Lo sé. De repente ves una solicitud de un tal «Soy_otro_yo_23» y ya sabes quién es. O sea, ¿cuántas veces he sido «soy_otro_yo»? ¿Cinco? Siete tal vez. Pero ahí estoy, esperando que me aceptes, como si fuera una especie de juego de caza. Tú aceptas, yo elimino, vuelvo a empezar. Un ciclo sin fin, como en una telenovela de Instagram.
A veces pienso que Instagram no está preparado para relaciones tan complejas como la nuestra. O sea, ¿qué opción me da? ¿Bloquearte para siempre? Eso es demasiado drástico. ¿Ignorarte? Eso es aburrido. Así que me queda la opción más lógica: eliminar y volver a empezar.
Quizás en el fondo, es mi forma de mantener nuestra amistad interesante. No somos de los que solo se dan likes y comentarios, ¡no! Somos de los que eliminamos, volvemos, resucitamos. Nuestra relación no sigue las reglas del algoritmo. Es como una montaña rusa de eliminar, bloquear, seguir. ¿No es eso lo que hace especial nuestra amistad? Aunque… tal vez ya deberías empezar a seguirme la corriente y eliminarme tú primero la próxima vez.
Porque… ¿quién sabe? Mañana podría estar creando otra cuenta. Soy como un ave fénix digital, siempre renaciendo en el feed de tus redes.